A principios de los sesenta, una nueva generación de presas políticas conoció una cárcel de Ventas muy distinta de la de posguerra, en un edificio deteriorado y ocupado mayoritariamente por presas comunes
A principios de los sesenta, jóvenes detenidas por su participación en manifestaciones por la amnistía de presos políticos que pagaban elevadas multas con meses de cárcel, o estudiantes encausadas por el Tribunal de Orden Público creado en 1963, coincidieron con mujeres más veteranas juzgadas en consejo de guerra durante la última ola represiva del franquismo. Estos últimos fueron los casos de las pintoras Jacinta Gil Roncalés y María Francisca Dapena, ingresadas en 1962. Ambas pusieron por escrito su experiencia, relatando las deplorables condiciones en que malvivían las presas por delito común: “piculinas” o prostitutas, carteristas, comadronas acusadas de practicar abortos, etc. Lo mismo hizo la novelista Dolores Medio, quien también en 1962 había pasado un mes en “Corea”, la sala de comunes, por su participación en una manifestación de apoyo a las huelgas de Asturias.
Mucho más jóvenes eran otras encausadas que llegaron a conocer la prisión de Ventas en vísperas de su cierre, en 1968, como la estudiante Lola Canales –que también dejaría escritas sus memorias carcelarias- condenada a cuatro años de prisión; la libertaria Alicia Mur, o Pilar Pérez Benito y Encarnación Formentí, militantes del PCE marxista-leninista, entre otras. Por Ventas pasó también en enero de 1969 la joven estudiante Dolores González Ruiz, militante del Frente de Liberación Popular y compañera de Enrique Ruano, asesinado por la policía por esas mismas fechas.
Lola, Alicia, Pili y Cani, en unión de la revolucionaria vasca Arantza Arruti y de la Duquesa Roja, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, encausada por el TOP, retomaron una antigua tradición de las presas políticas de posguerra: conmemoraron el Primero de Mayo de 1962 en el patio adornándose el pelo con un lazo rojo y cantando La Internacional en el patio. La acción fue castigada con aislamiento en celda, a lo que respondieron con una huelga de hambre que duró varios días. Según relató después Lola Canales, la abogada que las atendía, Cristina Almeida, les comentó que desde los años cuarenta no se había vuelto a hacer una huelga de hambre en Ventas.
Jóvenes obreras pasaron también por Ventas, a modo de represalia por sus actividades sindicales clandestinas, como Natividad Camacho García-Moreno, trabajadora del sector textil madrileño, ampliamente feminizado. Natividad ingresó en Ventas en 1968, detenida y encausada por el TOP, y allí coincidió con Cani y Pili, así como con Pilar Brabo, por entonces destacada activista comunista del movimiento estudiantil.
En 1980 Nati sería elegida secretaria del sindicato provincial del Textil de Comisiones Obreras, cargo que desempeñó hasta 1983,en un sector ampliamente feminizado, donde el 80% de la plantilla estaba compuesto por mujeres. Entre 1985 y 1987 fue secretaria general de la Federación Estatal del Textil-Piel.
Fuentes: DAPENA, María Francisca (1978): ¡Sr. Juez! (soy presa de Franco…). San Sebastián; MEDIO, Dolores (1996): Celda común. Oviedo; ALFONSO GARCÍA, Mª del Carmen (2019): «Literatura testimonial y perspectiva de género. En torno a Bibiana (1963) y Celda común (1996) de Dolores Medio», UNED, REI, 7, pp. 85-113, DOI 10.5944/rei.vol.7.2019.24682; GIL RONCALÉS, Jacinta (2007): Vivir en las cárceles de Franco. Testimonio de una presa política. València; CANALES, Lola (2007): Alias Lola. Historia de las últimas presas políticas de la cárcel de Ventas. Madrid; Testimonio de Alicia Mur Sin, en SOLÉ Y BARJAU, Queralt (2004): A les presons de Franco. Barcelona, pp. 215-227; DÍAZ, Pilar (2001): El trabajo de las mujeres en el textil madrileño. Racionalización industrial y experiencias de género. Málaga; Entrevista de Fernando Hernández con Natividad Camacho García-Moreno, Madrid, 11/10/2016.