La «oficina de penadas» de Matilde Landa

septiembre 1939

A su llegada a Ventas, la dirigente comunista Matilde Landa Vaz, condenada a muerte, se esforzó por crear una «oficina de penadas» en la misma prisión, que dejaría una huella imborrable en la memoria de las reclusas

La labor de Matilde Landa Vaz (1904-1942) durante la guerra había sido básicamente asistencial y humanitaria, dedicada a la organización de los servicios sanitarios y del auxilio a los desplazados de guerra, así como a la evacuación de niños y a la inspección de colonias infantiles en diversas zonas de la España republicana.

Retrato de Matilde Landa hacia el final de la guerra (1938?). Archivo familia López Landa.
Ficha de Matilde Landa como responsable del Socorro Rojo Internacional, 1936. P.S. CDMH.

En marzo de 1939 -vísperas de la entrada de las tropas sublevadas en la capital- y pese a carecer de experiencia alguna de trabajo clandestino, Matilde quedó encargada de la reconstitución del PCE en Madrid. Su temprana detención -el 4 de abril, junto a su secretaria María Guerra Micó– fue seguida de una larga estancia en los calabozos de Gobernación: allí pasó seis meses incomunicada hasta que el 26 de septiembre fue trasladada a Ventas.

Portada y oficio de ingreso en Ventas de Matilde Landa Vaz y María Guerra Micó. Procedimiento sumarísimo de urgencia nº 50.683 contra Matilde Landa Vaz y María Guerra Micó. AGHD.

En Ventas, y condenada a muerte según sentencia de diciembre de aquel mismo año, Matilde consiguió el permiso de la directora Carmen Castro -antigua maestra de Prisiones- para organizar en la cárcel una «oficina de penadas» que atendiera a las compañeras que se encontraban en esa misma situación.

En la propia «galería de penadas», y ayudada por un puñado de jóvenes reclusas –Paz Azzati, Concha Feria del Pozo y Angelines Vázquez, entre otras- tramitó indultos y peticiones de aval para presas analfabetas y se esforzó por conseguir la conmutación de sus penas de muerte. Pero, sobre todo, la «oficina de penadas» supuso un apoyo inestimable para aquellas mujeres: las hizo sentirse menos solas y les regaló una esperanza.

Conmutada su condena a muerte por treinta años de cárcel, y trasladada en el verano de 1940 a la prisión central de Palma, las autoridades franquistas la sometieron a fuertes presiones para que se bautizase y abjurase públicamente de sus ideas. Las presiones llegaron a resultar excesivas para la resistencia de Matilde, que en la tarde del 26 de septiembre de 1942 se suicidó arrojándose al patio de la cárcel desde una galería. 

Grupo de presas en el patio del penal de Palma de Mallorca, septiembre de 1941. Señalada con una cruz, Matilde Landa. Archivo de la Asociación de Ex-Presos y Represaliados Políticos.
Fuentes: GINARD I FÉRON, David (1994): La esquerra mallorquina i el franquisme. Palma; y (2005): De la Institución Libre de Enseñanza a las prisiones franquistas. Barcelona. Archivos: Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (CDMH); Archivo General e Histórico de Defensa (AGHD); Arxiu Nacional de Catalunya (ANC); Archivo Familia López Landa; Archivo personal Eva Bernalte.

La «oficina de penadas» de Matilde Landa